miércoles, 9 de julio de 2008

Sobre Tinta China Sonora

El sábado 26 de julio, en la ciudad de Corrientes, volvemos a presentar "Tinta China Sonora", música y danza improvisada con esculturas sonoras de León Ferrari.
Rescatamos un comentario publicado en el diario La nacion en ocasión del estreno en el Centro Cultural Recoleta, en noviembre de 2007:

Hace una semana se inauguró Midi-Minuit/Mediodía-Medianoche, la movida interdisciplinaria que implica el desembarco del vanguardista Palais de Tokyo en el Centro Cultural Recoleta (desembarco que no fue tan así porque la obra de los artistas franceses en los últimos días de un jefe de gobierno afrancesado no llegó a tiempo). O sea: lo que allá, en la prestigiosa París, o acá, en la paqueta Buenos Aires, todos llaman papelón. En medio de una jornada para el olvido, los que salvaron el opening terminaron siendo los que, originalmente, cumplían el papel de picada del plato principal.

Fue el caso de Tinta China Sonora , música improvisada para esculturas de León Ferrari a cargo de Buenos Aires Sonora. La experiencia, que se presentó en el Patio del Aljibe, yuxtapuso al trabajo sonoro de Martín Liut, Mariano Cura, Pablo Chimenti, Hernán Kerlleñevich, Nael Olaiz; la interpretación en vivo de la bailarina Gabriela Prado, y las esculturas del maestro Ferrari.

A su manera, Tinta China Sonora implicó un cruce generacional y un cruce de disciplinas artísticas que, en cierto sentido, tuvo su germen hace tres años en Enclaves , un trabajo interdisciplinario que tuvo lugar en el Centro de Experimentación del Teatro Colón. Desde muy distintas perspectivas, ahí Prado, Liut y Ferrari se vieron las caras. Y si en aquella oportunidad el mismo artista plástico fue el que hizo sonar su berimbau (compuesto por varillas de distintos tamaños), en esta ocasión fueron los músicos los que no paran de descubrir intensidades, vibraciones y tonos al trabajo de Ferrari y fue la estupenda bailarina y coreógrafa Gabriela Prado la que dialogó con unos y otros.

Y aunque la experiencia se realizó con las mínimas condiciones técnicas, por su intensidad, el cuerpo que fue tomando la experiencia a medida que avanzaba y su propia potencia fue silenciando de a poco al gentío que poblaba el patio de Recoleta. Poética pura para un trabajo experimental basado en la siempre compleja improvisación, que, en esta ocasión, encontró un punto de fino equilibrio entre lo que proponían los músicos y los atrapantes movimientos de la bailarina Gabriela Prado.


Para ver la nota completa: Diario La Nacion

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