viernes, 25 de marzo de 2005

Otro texto sobre "Mayo, los Sonidos de La Plaza"

Buenos Aires Sonora está en estos momentos trabajando puertas adentro en varios frentes simultáneos. Por una parte, se postergó la realización de algunas de nuestras instalaciones en la ciudad de Buenos Aires para septiembre. Por otra, estamos trabajando en nuevos proyectos, de los que hablaremos un poco más adelante, cuando la cocción esté más a punto.
Mientras tanto, acá va un texto de Abel Gilbert sobre la instalacion Mayo Los sonidos de La plaza, que estrenamos en julio de 2003:

Cut and Paste (o cuando la organización vence al tiempo)

“Les agradezco profundamente el que se hayan llegado hasta esta histórica Plaza de Mayo” (Perón, último discurso, 12 de Junio de 1974)


La Plaza de Mayo es como las cajas negras de los aviones: allí resuena lo que precede al desastre. Si se abre la caja de Mayo –o la Plaza de Pandora, da lo mismo- suben como volutas de papel quemado las voces y sonidos que nos acechan y encierran un enigma. Voces de aquellos que metieron las patas en la fuente y después obedecieron la consigna de ir del trabajo a la casa cabizbajos, estruendos de bombas lanzadas contra gente indefensa, ecos de retórica pontificia y clasista, fanfarrias anunciando la venganza social, gritos de rondas de pañuelo blanco preguntando dónde están. Y las voces de balcón con sus promesas de lealtad y escarmiento, sus delirios mussolinianos y salutaciones pascuales que abrieron paso a la impunidad y la depredación festiva
Mayo es Plaza Itaka, Plaza Cacerola, Plaza del Sí, del No, del no-sabe-no-contesta, Plaza Metal, Plaza Madre, Plaza Primer Mundo (el tránsito de Mayo a Yoma), Plaza Sirena, Plaza de Armas, Plaza Piquete.
Shopping Plaza.
Oíd el ruido (derrotas, cadenas, helicópteros en fuga): la Plaza ha invocado al ciudadano y al consumidor, al vencedor y a los vencidos. Es imposible reducir semejante multifonía al formato monoaural.
En el que fue el espacio ritual del “movimiento”, Martin Liut realiza una doble operación: trabaja con los discursos como si fuera material disecado, pura frecuencia. Los corta, pega, organiza, evitando documentalismo y la pedagogía política. El compositor nunca es inocente. Juega en el tiempo con los restos de esos discursos y sus ambientes. En otros, las expone con crudeza, como si exhibiera ante miradas atónitas pruebas irrefutables. Lo que fue convertido en lenguaje-cosa, lo que ha sido deshistorizado, devaluado en sus decibeles y espesura, es ahora, en esta hora, vomitado a través de ocho columnas con su densidad recuperada. Son las voces y las derivaciones materiales las que nos hablan, nos cuentan de qué está hecho este drama estatal.
Musica de ruinas.
Teatro del sonido.
El teatro es circular. El oyente va completando el escenario- rompecabezas a medidas que va dando vueltas alrededor de la pirámide. Cuando suenen las campanas, después de una hora, el presente podrá ser escuchados como la continuidad de lo que nos pasó por encima.
La plaza de las patas en la fuente se habrá convertido entonces en una fuente de sentidos.

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